miércoles, 18 de noviembre de 2009

Contradictorios

Así somos. Queremos una cosa y hacemos lo contrario. Muy a menudo uno se vive preso de contradicciones. Proponiendo lo que no vives. Anunciando lo que no sabes muy bien cómo creer. Criticando lo que uno mismo hace.
Las personas somos complejas. Quizás eso es lo que hace que la vida sea tan impredecible, para lo bueno y para lo malo. Pero que no falte la capacidad de perseguir el bien, aunque sea con pies de barro. Que no falte un corazón que, aunque a veces se lastime, sea capaz de arder con pasión y encender el mundo.

1. Los pies de barro...

Yo repuse: “¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho” (Jer 1, 6)

Uno se siente a menudo débil. Incapaz. Tan limitado… Miras alrededor y te parece que todo el mundo es mucho más fuerte, más sabio, más sensato, más lúcido. Te parece que hasta tus lágrimas son tontas. Piensas en qué dirían los otros si te conociesen de verdad (“seguro que pasarían de mí”). Pesa la sensación de ser solo fachada, de no dejar que haya quien entre a ese mundo interior en el que todo es un poco más difícil.

Quieres volar y te ves atado al suelo. Quieres soñar, y velas despierto. Quieres amar, y te ves frío. Quieres cantar, y no sale la voz. Pero no hay que quemarse por ello, pues todos tenemos los pies de barro.

¿Cuáles son tus “quiero y no puedo”? ¿Aceptas los pies de barro de tus gentes?

2. ...y el corazón de fuego

El Señor me contestó: “No digas que eres un muchacho: que a donde yo te envíe, irás; lo que yo te mande, lo dirás. No tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte” (Jer 1,7-8)

Pero, al mismo tiempo, sigue siendo verdad la vida que corre por uno. Y a ratos el sueño toma forma, y el amor se hace abrazo, y remontas vuelo. A veces el evangelio sí que ilumina.

Y entonces no importa la propia debilidad, sino la fortaleza de Dios y de los otros, que ayudan a que uno mismo sea pura pasión, y justicia, y encuentro. Entonces recuerdas por qué peleas. Entonces la risa es sonora, y los ojos brillan, y te vuelves casa para tantos. Y tu palabra es caricia que aquieta.
¿Cuándo te sientes vida, fuego, pasión? ¿Qué te hace “arder”?

Leer más...

Salmo 103 (adaptación)

Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre
Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias
rescata tu vida de la fosa
y te corona con su bondad
y compasión.

Dios nos sacia de bienes
en la adolescencia
y va renovando nuestros días,
nos inculca
una sabiduría diferente,
y nos enseña sus caminos.

El conoce nuestra condición
Sabe que somos barro,
pero un barro
que él va modelando
con manos de misericordia
y justicia, de paz y de amor.

Nuestra vida es una historia
breve, pero eterna,
aprendemos a vivir
en tu presencia,
a descubrir tus obras,
a vislumbrar tus gestos,
a seguir tus huellas.

Bendice, alma mía, al Señor
y todo mi ser a su santo nombre
Bendice, alma mía, al Señor
y no olvides sus beneficios.


CRECER EN EL MUNDO
Y aprender a verlo con ojos más sabios, con un poco más de realismo, el realismo que no te paraliza, sino que te anima a luchar por lo posible. Con una consciencia más lúcida de los límites y las posibilidades. Con un corazón compasivo, es decir, capaz de entender ese mundo con sus matices y sus sutilezas. Huyendo de las simplificaciones y aceptando la complejidad que suele definir nuestras relaciones, nuestros estudios y trabajos, nuestros proyectos… Descifrando tu presencia en las personas, tu cruz en las tragedias, tu bienaventuranza en tantos rostros. Abriendo puertas y ventanas, para no quedarme en un mundo estrecho.

CRECER HACIA DIOS
Que no me bastan las oraciones de mi infancia. Que las búsquedas necesitan nuevas respuestas, y mis inquietudes necesitan una Presencia que consuele y ayude. Que las imágenes que tengo de Ti, siempre incompletas, vayan cambiando y llenándose de matices, y que aprenda a entender un poco más de quién eres, tu lógica y tu Reino, tu llamada y tu palabra que resuena en todos los rincones. Claro que necesito que tú te hagas más grande en mi horizonte. Un poco más. Siempre.

Leer más...

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Camina, Señor, conmigo

Caminaré siempre en tu presencia
por el camino de la vida.
Te entrego, Señor, mi vida, hazla fecunda.
Te entrego mi voluntad, hazla idéntica a la tuya.
Caminaré a pie descalzo,
con el único gozo
de saber que eres mi tesoro.
Toma mis manos, hazlas acogedoras
Toma mi corazón, hazlo ardiente.
Toma mis pies, hazlos incansables.
Toma mis ojos, hazlos transparentes.
Toma mis horas grises, hazlas novedad.
Hazte compañero inseparable de mis caídas y tribulaciones
Y enséñame a gozar en el camino
de las pequeñas cosas que me regalas,
sabiendo siempre ir más allá
sin quedarme en las cunetas de los caminos.
Toma mis cansancios, hazlos tuyos.
Toma mis veredas, hazlas tu camino.
Toma mis mentiras, hazlas verdad.
Toma mis muertes, hazlas vida.
Toma mi pobreza, hazla tu riqueza.
Toma mi obediencia, hazla tu gozo.
Toma mi nada, haz lo que quieras.
Toma mi familia, hazla tuya.
Toma mis pecados.
Toma mis faltas de amor,
mis eternas omisiones,
mis permanentes desilusiones, mis horas de amarguras.
Camina, Señor, conmigo;
Acércate a mis pisadas.
Hazme nuevo en la donación,
alegría en la entrega
gozo desbordante al dar la vida,
al gastarse en tu servicio. Amén

Leer más...

sábado, 1 de agosto de 2009

Salmo 151

Señor, aquí estoy,
tengo miedo, pero se que tu me cuidas
y no me pides nada que no sea capaz de darte.

Quiero confiar en ti y dejarme guiar tan solo por tus pasos...
pero me pierdo en mis cosas,
quiero controlarlo todo por si acaso sale mal,
y me olvido que tu lo puedes todo,
que no hay nada por pequeño que sea
que se escape a tu mirada.
Me cuesta creer que si te dejo tu me darás lo que necesito,
porque conoces mejor que yo lo que me hace falta.

Quiero abandonarme en tus manos y no temer nada,
quiero dejar de asegurarme de todo,
quiero dejar atrás mis miedos que me impiden mirarte a los ojos;
porque nada es imposible para ti;
porque tu estás conmigo invitándome a volar".



Leer más...

martes, 14 de julio de 2009

Salmo de los dos caminos

Aquí estoy, Señor Jesús, a la vera del camino, sin camino;
mis pasos buscan tus huellas donde poner mis pisadas
la vida y la muerte están ante mí como un reto;

el bien y el mal se cruzan en mi corazón de joven
que sin descanso busca, pide y llama.

Yo quiero ser dichoso, Señor Jesús, hombre en camino;
yo quiero ser libre con la libertad de tu Evangelio;
libre en opción sincera y decidida a tu Palabra

Quiero dejar atrás las llamadas opresoras del dinero,
del poder, del placer, de lo que en el fondo es nada.
Quiero hacer de tu Evangelio norma de vida
y escucharlo día y noche hasta que penetre el fondo del alma.

Quiero ser, Señor Jesús, como el árbol que crece junto al río
y bebe en profundidad y hondura en las corrientes del agua.
Quiero dar en su tiempo frutos de paz y bien,

y dejar que las semillas que has sembrado en mí se abran.
No dejes jamás, Señor, que se marchiten mis hojas verdes,
ni que el viento las arranque, una a una, de sus ramas.

Quiero seguir el camino del hombre nuevo,
del hombre que dice sí a la vida y con tesón la guarda.

Quiero ser hombre de espíritu que luche contra la carne
y que haga del amor la Carta Magna,
la Ley fundamental de tu Reino abierto al corazón del joven
en desafío radical, una a una, de tus Bienaventuranzas.

No me dejes caminar por el camino de Caín, que lleva sangre;
y que a cada paso deja las señales del que mata;
no quiero ser como paja que lleva el viento
y hace de ella un juego fácil entre sus alas.

Quiero ser desde mis raíces y mi historia de ilusiones y fracasos,
desde mis luchas y mis crisis un camino de esperanza
abierto hacia la Vida eterna, donde tú moras
y donde esperas con un corazón de amigo, mi llegada.

Tú eres, Señor Jesús, el camino de un corazón joven;
el camino de Abel, el camino de la vida en la cruz entregada
por la salvación del hombre, de todo hombre que busca
en ti la respuesta cierta y segura en la encrucijada.

Señor Jesús, contigo se hace el camino suave y ligero,
al llevar entre tú y yo ?los dos juntos? esta pesada carga.
Quiero ser discípulo tuyo, y aprender de ti, Maestro,
a ser libre como el viento, en tu Espíritu, que guía y salva.

Leer más...

viernes, 10 de julio de 2009

Salmo para comenzar el dia

Al tocar la luz del día mis ojos, Señor,
mi corazón se levanta hacia ti en busca de tu mirada.
Escucha las palabras de quien siente la vida de nuevo,

y estate atento, Señor; sé cercano a mi mano abierta.
Da respuesta a mi pregunta; ayúdame en mi inquietud,
tú que eres mi Señor y mi Dios, en quien yo confío.

A ti abro mi ser, mis ganas de vivir, mi despertar:
de mañana, en tus manos pongo mis miedos y mis ilusiones;
de mañana, en tus ojos pongo la pureza y sinceridad
de mi búsqueda;
de mañana, en tu camino quiero dirigir mis pasos.
Oye mi voz, Señor, tú que eres bueno y compasivo
y alienta mi vida que busca en ti luz y calor.

Guíame, Señor, tú que eres bueno y santo;
guíame hacia la luz y que camine como hijo de la luz;
guíame y allana mi camino para que sea fiel a tu Ley.

Que tu camino, Señor, sea hoy la pasión de mi corazón joven,
y que tu Espíritu Santo me ayude en cada paso.
Que mi boca, Señor, sea hoy la expresión de mi interior;
que mis palabras arranquen de lo profundo y sean verdaderas.

Señor, dame un corazón limpio para que te pueda ver;
Señor, dame un corazón de pobre para que viva hoy tu Reino;
Señor, dame un corazón misericordioso
para que derrame misericordia.

Señor, dame un corazón lleno de paz para que sea hijo tuyo;
Señor, dame un corazón que tenga hambre y sed de justicia
para que sea saciado y haga tu voluntad;

Señor, dame un corazón manso para que posea la tierra.
Que mi corazón se alegre y se regocije hoy,
porque todo lo espero de ti, Señor Dios mío.


Leer más...

martes, 7 de julio de 2009

Te necesito a ti

¡Te necesito a Ti, sólo a Ti!
Deja que lo repita sin cansarse mi corazón.
Los demás deseos que día y noche me embargan
son falsos y vanos hasta sus entrañas.

Como la noche esconde en su oscuridad
la súplica de la luz,
así en la oscuridad de mi inconsciencia
resuena este grito:
¡Te necesito a Ti, sólo a Ti!

Como la tormenta está buscando la paz
cuando golpea la paz con su poderío,
así mi rebelión golpea tu amor y grita:
¡Te necesito a Ti, sólo a Ti!
Rabindranath Tagore


Leer más...